jueves, 26 de enero de 2012

"Residencia" versus "Sentimientos Familiares"

…….El ingresar a uno de tus mayores en una residencia, es duro…. Muy duro, tanto para ese ser querido, como para aquel que toma la difícil decisión. Hay que luchar tus propios sentimientos. Hay que ser fuerte ante los ojos que te miran implorantes, y hay que hacer oídos sordos ante aquellos que te dicen: “yo jamás lo abandonaría en una residencia” (esto es duro, es una puñalada trapera). Desde mi experiencia como familiar, aprendí dos cosas fundamentales: A CONFIAR Y A DESCONECTAR. Hay que confiar en el centro y sus cuidadores eso es importantísimo. Una vez se consigue esa confianza, hay que desconectar: cuando se sale por la puerta del centro, tras la visita, hay que vivir tu propia vida, y si ocurre algo, ya te llamarán. Los cuidadores JAMAS, van a suplir el amor que se les tiene como hijos, pero SI les van a dar UN CARIÑO que perciben estas personas que de repente vuelven a una infancia ya dejada hace décadas. Como dicen en la película “Y tú quien eres” (Antonio Mercero), “la afectividad, es el único lazo que les une a la vida”. Jamás me arrepentí de mi decisión, y fue uno de los momentos más duros que he vivido hasta ahora, incluso mucho más duro que el día que falleció. Creo, rectifico, estoy convencida, que los profesionales de la geriatría, están hechos de una pasta especial…… PILAR PONS (familiar)
Cuando vi el comentario que Pilar hizo respecto al post que publiqué sobre la Residencia, consideré que era la forma perfecta de introducir el tema de los sentimientos familiares que surgen al ingresar a un ser querido en una residencia, ya que Pilar, como protagonista de una historia real, nos cuenta su experiencia desde el corazón.
Por mi trabajo, diariamente veo a personas que acuden a la residencia con la intención de ingresar a su familiar. Son miles las razones que les llevan a tomar esta complicada decisión, pero generalmente, suele ser por necesidad. Llegados a este punto, los familiares por regla general, ya han pasado por varias fases, y éste es el último paso que les faltaba por dar. Es muy posible que la idea de ingresar a su padre o a su madre en una residencia, fuese una opción que nunca anteriormente se hubiesen planteado, incluso si unos meses antes alguien les hubiese planteado la opción de una residencia, les habría producido total perplejidad.
Pero llegado el momento, un día dejan a su padre o madre en el centro, los familiares se despiden cariñosamente de él y a continuación le dan la espalda saliendo por la puerta del centro. En ese mismo momento, es conmovedor ver la expresión de dolor en sus caras, y la angustia con la que se van. Se trata de una mezcla de dolor, pena, miedo y culpabilidad.
Dolor por no estar preparados para tomar una decisión tan dura, pena de sentir que abandonan a su familiar con personas desconocidas, en un lugar desconocido, miedo de haber tomado la decisión equivocada, miedo a no haber elegido el centro adecuado, miedo a que ocurra un accidente, miedo a que el familiar no apruebe la decisión, y lo peor, la culpabilidad…. “culpabilidad de no cuidar yo mismo de mi familiar”.
En ocasiones, esta angustia también viene desencadenada por sentirse arrastrado por una decisión que ha sido tomada por consenso familiar. A veces, son varios los hermanos y están todos de acuerdo con la decisión del ingreso, todos…. excepto uno, que con resignación acepta la decisión que ha tomado la mayoría. Sin embargo, este rechazo, este asumir la decisión del resto, es el que le va a crear toda la angustia a la que anteriormente me refería.
Este hermano nunca va a entender al resto, nunca va a encontrar un desahogo compartiendo sus sentimientos con el resto de sus hermanos, nunca va a sentirse comprendido por ellos, y nunca va a compartir la decisión que se ha tomado.
Hay personas que poco a poco, conforme van confiando en el centro y en su equipo de trabajo, conforme van observando que su familiar se integra y se siente bien donde está, e incluso tiene mejor aspecto, y conforme estas personas se van sintiendo más descansadas que antes de que ingresase en la residencia, conforme va rehaciendo la vida que estaba comenzando a quebrarse, a recobrar su tiempo personal, etc. poco a poco se va a desprender de la pesada cadena que es la culpabilidad.
Sin embargo, otras personas, generalmente por la falta de adaptación o de convencimiento a esta nueva situación, por su carácter, o por el tipo de lazo de unión con su familiar, va a llevar colgado el peso de esta cadena hasta el final.
¿Qué es lo que debe hacer en estos casos?
Para toda persona con sentimientos, ingresar a un familiar en un centro residencial es duro, y es inevitable que surjan los sentimientos negativos. Pero como antes he mencionado, poco a poco estos sentimientos deben ir desapareciendo.
Para poder ayudarnos, lo primero es confiar en el centro, para ello, hay que conocerlo desde dentro, convivir con nuestro familiar dentro de él. Hay que conocer la parte humana del centro, su estructura, sus trabajadores, conocer su forma de trabajar, sus cualidades y errores, convivir con el resto de usuarios, valorar como viven y como lo conciben. Conforme vayamos integrándonos en el centro, iremos aumentando nuestra confianza en él.
Por otra parte, es importante confiar a alguien nuestros sentimientos, nuestros miedos. En caso de no existir esta persona, sería interesante buscar un grupo de ayuda o incluso un profesional de la psicología. Seguro que el centro existe uno y está encantado de poder ayudar a quien lo necesite.
En caso de que nuestros sentimientos negativos se alarguen excesivamente en el tiempo, y se conviertan en algo obsesivo que está perjudicando nuestra vida social o familiar, en este caso deberemos buscar ayuda profesional.
En el momento que sintamos que el centro le está dando a nuestro familiar todo lo que nosotros no podemos, ya sea por falta de tiempo, de espacio o de conocimientos médicos; en el momento que vayamos a visitar a nuestro familiar con alegría y satisfacción, y conforme consideremos que la decisión de ingresar a nuestro familiar en el centro ha sido la mejor opción posible….. ¡Habremos conseguido superar nuestros sentimientos, ser objetivos y adaptarnos a la nueva situación!.

domingo, 22 de enero de 2012

¿Alzheimer? ¿Eso es lo que tiene mi madre?


Durante años, todos los domingos mis hermanos y yo hemos ido a comer a casa de mis padres, pero desde hace 4 o 5 años vienen todos a mi casa. Dejamos de ir cuando mi padre nos dijo que mamá ya no estaba “para esos jaleos”. Nos comentaba que se liaba mucho en la cocina, llegaba a confundir el azúcar y la sal, olvidaba comida al fuego, acumulaba comida en mal estado, etc. Además estaba muy rara, se enfadaba con gran facilidad, e incluso llegaba a decirle a mi padre que le engañaba con alguna vecina.
Le dijimos a mi padre que la llevase a su doctora del ambulatorio para comentárselo. Esta les dijo que era probablemente demencia senil, y que con su edad era normal.
Yo no entiendo de estas cosas, pero mi madre tiene 80 años, no recuerda el nombre de mis hijos, nos confunde a mi hermano Paco y a mí, e incluso a papá ha llegado a confundirlo con mi abuelo fallecido.
Pasa mucho tiempo adormilada por el día, pero por la noche es una fiesta. Mi padre está agotado, no le deja descansar. Hace unos días incluso se cayó de la cama.
Al final decidí llevarla a un especialista, así que acompañé a ambos al neurólogo. Este le hizo unas pruebas, primero unas preguntas, y le pidió una analítica y un TAC. Cuando fuimos a ver los resultados, nos dijo que era muy probable que tuviese ALZHEIMER. ¡El mundo se derrumbó ante mis pies!.....
Todos hemos oído hablar del Alzheimer en particular y de las demencias en general, pero lo vemos un poco lejos, realmente no conocemos el drama tan grande al que puede llevar a una familia. Es por lo que se define al Alzheimer como “una enfermedad que golpea el cerebro del enfermo y el corazón de la familia”.
En primer lugar tenemos poca información sobre sus síntomas, sobre su evolución, sobre su tratamiento…. Por todo ello, mi intención en este post es hacer un breve resumen de la enfermedad y sus consecuencias. Si alguien desea más información, puede ponerse en contacto conmigo y estaré encantada de poder profundizar un poco más en algún tema en concreto.
Para comenzar, me gustaría clarificar el término DEMENCIA. La demencia es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la Clasificación Internacional de las enfermedades. Décima Edición (CIE_10, 1992), “como un síndrome debido a una enfermedad del cerebro, generalmente de naturaleza crónica o progresiva, en la que hay déficits de múltiples funciones corticales superiores… que repercuten en la actividad cotidiana del enfermo”.
Decir síndrome, significa que no es una enfermedad propia, sino un cúmulo de síntomas que la definen como tal. Y en consecuencia, son varias las enfermedades que pueden provocar demencia. Entre ellas está la Enfermedad de Alzheimer (EA), pero también hay otras, como las enfermedades vasculares, enfermedades infecciosas (sida, sífilis, encefalitis, etc.), lesiones por traumatismos en la cabeza, un tumor cerebral, enfermedades neurológicas como el Parkinson, la enfermedad de Hungtinton,  hidrocefalia, trastornos psiquiátricos, tóxicos, metabólicos, etc.
Todas las demencias provocan el deterioro de las funciones corticales superiores en el enfermo, como son la memoria, el entendimiento, el juicio, el habla, el cálculo, el pensamiento, la orientación, etc. Todas estas funciones no se deterioran de forma uniforme, ni de forma continua y progresiva, esto dependerá de qué enfermedad provoque la demencia, del propio individuo, etc.
Dado que la Enfermedad de Alzheimer (EA) es la más frecuente, es la que más llega a nuestros oídos. La EA Es una enfermedad irreversible, que de forma insidiosa va mermando las capacidades intelectuales de los enfermos.
Uno de los primeros síntomas que observamos en un enfermo de Alzheimer es el trastorno de la memoria: ¿dónde he dejado las llaves, ¿tú quien eres?... y el trastorno de la conducta (alteración del sueño, en el carácter, celos, alteraciones en la higiene, depresión,…).
Es muy importante realizar un diagnóstico diferencial de la enfermedad, ya que existen circunstancias que pueden confundir, por ejemplo el olvido senil benigno, enfermedades reversibles como infecciones, incluso la depresión.
No existe ninguna prueba o test que permita hacer un diagnóstico definitivo de la EA. El diagnóstico de la EA es clínico, por lo que la anamnesis y el examen neurológico y neuropsicológico constituyen la mejor herramienta diagnóstica.
Los 10 signos de alarma de la enfermedad de Alzheimer: (Alzheimer Association)
-       Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral
-       Dificultad para llevar a cabo tareas familiares
-       Problemas con el lenguaje
-       Desorientación en tiempo y en lugar
-       Juicio pobre o disminuido
-       Problemas con el pensamiento abstracto
-       Cosas colocadas en lugares erróneos
-       Cambios en el humor o en el comportamiento
-       Cambios en la personalidad
-       Pérdida de iniciativa
En cuanto al tratamiento, este debe ir dirigido a actuar sobre los síntomas cognitivos y conductuales. Para ello es necesario el tratamiento farmacológico (fármacos que van a intentar retrasar el deterioro, recuperar funciones perdidas o al menos mantenerlas, y mejorar la calidad de vida) y el no farmacológico (rehabilitación cognitiva).
El enfermo va pasar por varias fases, cada una va a necesitar una atención diferente,   por lo que nosotros, como familiares, vamos a tener que estar preparados, informados y siempre contar con la ayuda de profesionales especializados que nos ayudarán tanto a nivel personal como profesional. Sería interesante comenzar a ver qué ayudas sociales podemos optar, los temas legales, conocer algún centro de día especializado, familiares o cuidadores con los que podemos contar. En este caso, las asociaciones de familiares de enfermos de alzheimer nos van a resultar muy útiles, ya que nos van a poder informar acerca de todos estos temas.
Por otra parte, si deseáis ampliar información acerca de la enfermedad, os aconsejo que echéis un vistazo a esta página:         http://www.hipocampo.org/alzheimer.asp

jueves, 19 de enero de 2012

El Centro de Día para personas mayores


… a las 8.45h dejo a mi hijo en el colegio, y a mi madre a las 9.00h en el centro de día. A las 9.30h estoy trabajando. A las 16.30h recojo a mi hijo y a las 17.00h a mi madre….
Mi hijo ha dibujado un bosque y un león, mi madre ha dibujado un reloj y las horas….
Mi madre ha leído el periódico….. mi hijo ha leído el cuento de Simbad el marino….
Mi hijo ha comido macarrones y mi madre cocido madrileño…..
A mi madre se le ha escapado el pi, en el centro le han cambiado la ropa y …. a mi hijo…. también!

Mediante esta pequeña comparativa que acabo de hacer, me gustaría reflejar el verdadero sentido o la esencia de un centro de día.
El centro de día es un establecimiento que puede ser público o privado, en él se prestan una serie de servicios que van dirigidos a personas dependientes o independientes que por alguna discapacidad o motivo familiar  necesitan las atenciones que ofrecen estos centros.
En cuanto a la atención que prestan, por un lado estaría la atención a las necesidades básicas: higiene, alimentación, etc., terapéuticas y socioculturales. Estos centros favorecen la autonomía de las personas y consiguen además que permanezcan en su ámbito familiar. Dependerá del centro, pero en general deberá ofrecer servicios de atención médica y de enfermería, y además podrá disponer de fisioterapeuta, psicólogo, animador sociocultural, terapeuta ocupacional, trabajador social, entre otros. Incluso puede ofrecer servicios como peluquería, podología, etc.
Por otra parte, hay que considerar que ofrece los mismos servicios que la residencia, pero resulta mucho más barato.
El centro de día es una opción muy positiva y conveniente en los siguientes casos:
Persona con problemas de movilidad que necesita hacer ejercicio puesto que cada día es más dependiente.

  • Persona con problemas de salud que necesitan supervisión: diabetes, HTA, problemas cardiacos, problemas de peso, adicciones, etc.
  • Persona con deterioro cognitivo que necesita estimulación cognitiva, una supervisión, control farmacológico y estabilidad general.
  • Persona con depresión, con escasa actividad en el hogar, que presenta dolor, y que se encuentra sumido en  una total soledad.
  • Persona que vive con los hijos y que se pasa el día sola en casa mientras se van todos a sus tareas diarias.
El centro de día, asimismo va a provocar una serie de efectos positivos tanto en el usuario como en su familia:
En general, el usuario va a estar más estimulado a nivel físico y cognitivo, más controlado nivel médico, más animado y distraído, correctamente alimentado, atendido en cuanto a su aseo y su higiene, etc. Así mismo, va a continuar dentro de su ambiente familiar, ya sea en su propio domicilio o en el de sus hijos. Y por otra parte, en caso de ser necesario más adelante por razones de salud o familiares el recurso de la residencia, el centro de día va a facilitar su adaptación.
En cuanto a los familiares, se van a sentir más tranquilos, ya que se encuentra en un ambiente de protección, va a disminuir su carga de trabajo, pues ya no es necesario estar tan pendientes del aseo, alimentación, medicación, etc. También el familiar se va a encontrar más atendido, puesto que cuenta con un equipo de profesionales que le van a asesorar en todo momento y le van a facilitar el cuidado de su familiar.
Por lo tanto, con este recurso todos se van a encontrar en un ambiente más relajado y por tanto va a mejorar la convivencia y la calidad de vida.  

martes, 17 de enero de 2012

Residencias para personas mayores


En primer lugar es importante saber que las residencias actuales nada tienen que ver con los antiguos asilos que todavía tienen en mente algunas personas mayores. Actualmente una residencia es un centro donde trabajan profesionales cualificados que atienden de una forma multidisciplinar a las personas mayores. Generalmente habrá un fisioterapeuta que se encargará de la rehabilitación o del mantenimiento físico de las personas que viven en el centro, un Psicólogo  para poder escuchar y atender sus necesidades psicológicas, un animador que le propondrá talleres, manualidades, y un sinfín de actividades lúdicas y de ocio como excursiones, visitas a museos, habrán actuaciones de corales, se organizarán fiestas, etc. Un sinfín de actividades para alegrar el día a las personas mayores que conviven en el centro.
En la residencia también contará con un médico y personal de enfermería. Ellos atenderán las necesidades de los mayores en cuanto a la salud, ya sea en relación a la prevención o al tratamiento, realizarán un control de la dieta y de las glucemias de una persona diabética, curas de heridas y úlceras, controles de tensión, del peso, analíticas, revisiones médicas, un rígido control de la medicación de cada persona, etc.
En la residencia existe un menú variado, equilibrado y adaptado a las necesidades tanto de las personas mayores sanas, como de las que tienen algún tipo de necesidad o dieta especial.
Por otra parte, en cuanto al personal de atención directa, son personas con formación a todos los niveles, puesto que están preparados para movilizar personas con dificultades de movimiento, para ayudarles en todas las áreas que constituyen las actividades de la vida diaria, demostrando cualidades especiales como son la paciencia, la amabilidad y la empatía.
En la residencia no existen barreras arquitectónicas, y además dispone de ayudas técnicas como sillas de ruedas, andadores, grúas, camas articuladas, y un largo etc. que facilitan el trabajo con personas mayores.
Pero, realmente ¿es todo tan maravilloso como parece?
Realmente lo maravilloso es vivir en nuestro hogar, que es el lugar donde hemos vivido durante muchos años muchas experiencias. Pero en ocasiones, existe algún problema que sesga nuestra calidad de vida: dependencia, soledad, etc. y que hace que la vida en el propio hogar sea más un riesgo que algo maravilloso, y es entonces cuando la residencia empieza a ser una posibilidad que hay que plantearse.
A la hora de elegir una residencia, lo importante es tener claro qué es lo que buscamos, qué tipo de residencia es la que queremos:

  • Una residencia pequeña, familiar, con menos servicios, pero muy íntima.
  • Una residencia grande, con muchos servicios y una gran gama de profesionales
  • Una residencia integrada en mi barrio para poder continuar teniendo relación con mis amigos, vecinos, etc.
  • Una residencia en el campo para poder estar al aire libre todos los días.
  •  ……
Es importante tener referencias de la residencia. Debemos visitarla insitu, ver qué impresión nos dan las personas que viven allí, si se encuentran bien atendidas, si se les ve activas, felices. Si las instalaciones están limpias.  
Sin embargo, la residencia tampoco tiene porqué ser una decisión definitiva, ya que existen varias opciones:

  • Estancia temporal: para situaciones en la vida en las que ha ocurrido un accidente del que nos debemos recuperar con cuidados y rehabilitación, o periodos vacacionales en los que los familiares se van fuera y da miedo que las personas mayores se queden solos, sin una vigilancia.
  • Estancia nocturna: cuando la persona mayor pasa el día en casa, tiene algún tipo de ayuda por parte de alguna persona por el día, pero que cuando llega la noche, tiene miedo a quedarse solo. Por tanto, la propia persona por la tarde va a la residencia, cena, duerme y por la mañana se levanta, desayuna y puede volver de nuevo a su casa. Esta es una situación más barata que la residencia y la persona no llega a desvincularse totalmente de su hogar y de su vida.
  • Estancia definitiva: cuando la decisión si está clara y la voluntad es un cambio radical en cuanto a la vivienda habitual.
En caso de tratarse de una situación de dependencia temporal, por ejemplo una persona a la que le dan el alta hospitalaria tras una intervención por una fractura, es sencillo, la residencia es una buena opción, vamos a encontrar un buen equipo de profesionales para agilizar esta recuperación. Evidentemente la residencia es una solución costosa, pero siendo una estancia temporal, seguro que se podrá sobrellevar de uno u otro modo. En caso de tratarse por ejemplo de una fractura de cadera, nuestro familiar en uno o dos meses puede estar de vuelta en casa y todo volvería a la normalidad. Quizá sería ese el momento para buscar una persona que le ayude en casa, puesto que con un pequeño apoyo, volvería de nuevo a su independencia.
No hay que olvidar que en la residencia también habrá un trabajador social, que será la persona que nos puede informar y ayudar a gestionar ayudas públicas, minusvalías, etc.
Pero, ¿Qué inconvenientes tiene una residencia?
Evidentemente el gran inconveniente es que para entrar en una residencia, hay que salir de nuestra casa. Y es inevitable que surja la añoranza, que echemos de menos nuestras cosas, nuestra cama, nuestra televisión, nuestras comidas, nuestra libertad de horarios, etc.
Otro inconveniente es el coste elevado de las residencias. Existen residencias públicas que se pagarán con un porcentaje de la pensión de nuestro familiar, y residencias privadas, en las cuales existen dos modalidades, en la primera estaría el copago, en la que una parte la paga el usuario y otra la administración, y en segundo lugar el usuario pagaría el total de la plaza, pero podría optar a una ayuda denominada “prestación económica vinculada al servicio”.
Otro inconveniente es que conviven personas mayores dentro de un rango de edad de más de 30 años, ya que nos vamos a encontrar personas de 65 años pero también algunas personas de más de 100. Así mismo conviven personas sanas con personas enfermas, personas con buen nivel cognitivo y personas demenciadas.
Otro inconveniente sería la falta de libertad en cuanto a las costumbres que yo tenía en mi casa, sin embargo, esto es algo que se podría plantear en el centro antes de ingresar.

Y si he tomado la decisión de ingresar a un familiar en una residencia, es un centro que me gusta ….. ¿por qué me siento tan mal?
De esto hablaré más adelante en otro artículo

domingo, 15 de enero de 2012

Mis padres son dependientes, ¿qué hago yo ahora?



Nuestros padres siempre han estado ahí para protegernos, para velar por nosotros, para cuidarnos. Nosotros en estos momentos ya somos adultos, independientes, tenemos nuestro trabajo y hemos creado nuestra propia familia. Pero de repente, un día….. ¡son nuestros padres los que dependen de nosotros!.
Una repentina fractura de cadera, un repentino ictus, una larga hospitalización….. provoca que nuestro progenitor necesite de nuestra ayuda y de nuestros cuidados. En estos momentos, ¿estamos preparados para empezar a tomar decisiones? ¿estamos preparados para cuidar a nuestros padres? Quizá necesiten cuidados especiales, alimentación especial, quizá hasta necesiten nuestra ayuda a nivel económico, o una habitación en nuestra casa. Parece todo tan complicado.
En casa tenemos poco espacio, poco tiempo, niños pequeños… parece complicado ceder nuestro espacio a nuestros progenitores enfermos. Quizá sería interesante buscar una persona para cuidarle en casa, pero ¿a quién? Tendrá que ser una persona de confianza, pero ¿vendría por el día o por la noche? o ¿todo el día? o ¿quizá tendrán que ser varias personas? y ¿será muy caro?.
¿Y una residencia? pero, ¿qué dirá mi padre? ¿y el resto de la familia? ¿cómo vamos a pagarla? ¿será de confianza? Seguro que se muere de pena. Yo nunca pensé que  llevaría a mis padres a una residencia…..
Mañana le dan el alta del hospital, necesita llevar pañal, hay que darle de comer, necesita la silla de ruedas para sus desplazamientos,… necesita un montón de cuidados especiales además de rehabilitación.
Mis hermanos no opinan como yo, o peor, no tengo hermanos, mi economía no es boyante, mi estado de ánimo está por los suelos, mi pareja no quiere saber nada de mi progenitor, ¿qué hago? ¿dónde voy? ¿dónde me informo?
Nunca pensé que esto me podría pasar a mí.
¿Qué opciones tengo? Afortunadamente, son varias. Estaríamos hablando de:

  • Residencia
  • Centro de Día
  • Centro de noche
  • Asistencia domiciliaria
  • Teleasistencia
Cada una de estas opciones tiene sus pros y sus contras, y además van a depender de una serie de varios factores:

  • Del estado de dependencia de nuestro progenitor, ya que puede ser temporal o su estado es la nueva situación que nos vamos a encontrar en adelante.
  • Del tipo de cuidados y atención va a necesitar.
  • De nuestra situación económica.
  • De nuestra disponibilidad.
  • Del apoyo familiar con el que contamos.
  • Etc.
En posteriores entradas iré explicando una por una todas las opciones que he enumerado, para que cada persona valore su necesidad y la mejor opción que puede elegir.
De todos modos, en el caso de que alguien esté interesad@ en algún tema en concreto y necesitéis más información, no dudéis en comentármelo.

viernes, 13 de enero de 2012

Presentación y declaración de intenciones


Me llamo Susana, soy Psicóloga y estoy especializada en Geriatría y Gerontología. Hace 15 años decidí dedicarme al trabajo con personas mayores, y desde entonces convivo a diario con personas mayores sanas, enfermas, demenciadas, amargadas, felices, tristes, dependientes, independientes…. Y asimismo llevo viendo 15 años a los familiares de estas personas en ocasiones en peores condiciones que ellos, porque además de esas circunstancias, llevan sobre sus hombros sentimientos negativos como culpabilidad, tristeza, inadaptación a la nueva situación, resentimiento, etc.
Mi trabajo consiste por una parte en ayudarles a ambos, sobre todo a aceptar la situación presente, por otra parte crear equipos de trabajo con personas especiales para realizar un trabajo tan especial como es el de cuidar a personas mayores y por último, formar a las personas que componen estos equipos de trabajo.
Con este blog, me gustaría poder ayudar a estas personas mayores que necesitan un rumbo en su vida, ya que han tenido una circunstancia que les hace dependientes, o que les ha dejado solos, o que les ha hecho perder las ganas de vivir. Y por otro lado a esas personas que tienen familiares en esas mismas circunstancias, y que no saben qué hacer, cómo ayudarles, donde informarse, o qué camino llevar.
En estos momentos cuento en mi equipo de trabajo con otros profesionales (Antonio, que es médico, Cristina que es trabajadora social, y Ana que es fisioterapeuta) ellos son compañeros míos y seguro que en caso de dudas podrán ayudarme.
En este Blog me gustaría escribir sobre lo siguiente:
  • Temas de salud en la tercera edad, como son los grandes síndromes geriátricos, las demencias, las fracturas, las caídas, la depresión, …..
  • Consejos sobre alimentación, actividades lúdicas, ejercicio físico, mantenimiento físico y cognitivo, ocio, etc.
  • Recursos sociales. La Ley de la Dependencia.
  • Residencias, centros de día, centros de noche y ayuda a domicilio.
  • Consejos para el cuidador: formación, asociaciones, el estrés en el cuidador, etc.

Y así mismo me gustaría ayudar respondiendo sincera y humildemente bajo mi experiencia personal y profesional a todas aquellas dudas y cuestiones que mis seguidores  y lectores me planteen.
Mediante este blog intento plasmar una ilusión que me rondaba hacía mucho tiempo, que al final me he decidido a hacerla real, que espero llevarla a cabo con corrección y que espero que se convierta en una pequeña luz o esperanza para vosotros.